Hablemos de Espiritismo
El Espiritismo no es un descubrimiento moderno; los hechos y los principios en que descansa se pierden en la oscuridad de los tiempos, porque se encuentran sus huellas en las creencias de los pueblos, en todas las religiones, en la mayor parte de los escritos sagrados y profanos, solo que los hechos incompletamente observados han sido interpretados con frecuencia con arreglo a las ideas supersticiosas de la ignorancia, y sin haber deducido de ellos todas las consecuencias. Por eso León Denís en su libro “Después de la Muerte” decía:
“Todas las grandes religiones han tenido dos aspectos, uno aparente y otro oculto. En éste está el espíritu en aquel la forma o la letra. Bajo el símbolo material se disimula el sentido profundo. El brahmanismo en la India, el hermetismo en Egipto, el politeísmo griego, y también el cristianismo, presentan en su origen ese doble aspecto. Juzgarlas por su lado exterior y vulgar, es juzgar el valor moral de un hombre por su vestido. Para conocerlas hay que penetrar el pensamiento íntimo que las inspiran y constituyen su razón de ser; del seno de los mitos y los dogmas hay que desprender el principio generador que les comunica fuerza y vida. Entonces se descubre la doctrina única, superior, inmutable, de la cual las religiones humanas no son más que adaptaciones imperfectas y transitorias, proporcionadas a las necesidades de los tiempos y de los hombres”
El Espiritismo no es un descubrimiento moderno; los hechos y los principios en que descansa se pierden en la oscuridad de los tiempos, porque se encuentran sus huellas en las creencias de los pueblos, en todas las religiones, en la mayor parte de los escritos sagrados y profanos, solo que los hechos incompletamente observados han sido interpretados con frecuencia con arreglo a las ideas supersticiosas de la ignorancia, y sin haber deducido de ellos todas las consecuencias. Por eso León Denís en su libro “Después de la Muerte” decía:
“Todas las grandes religiones han tenido dos aspectos, uno aparente y otro oculto. En éste está el espíritu en aquel la forma o la letra. Bajo el símbolo material se disimula el sentido profundo. El brahmanismo en la India, el hermetismo en Egipto, el politeísmo griego, y también el cristianismo, presentan en su origen ese doble aspecto. Juzgarlas por su lado exterior y vulgar, es juzgar el valor moral de un hombre por su vestido. Para conocerlas hay que penetrar el pensamiento íntimo que las inspiran y constituyen su razón de ser; del seno de los mitos y los dogmas hay que desprender el principio generador que les comunica fuerza y vida. Entonces se descubre la doctrina única, superior, inmutable, de la cual las religiones humanas no son más que adaptaciones imperfectas y transitorias, proporcionadas a las necesidades de los tiempos y de los hombres”
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